La obra se desarrolla con el personaje indígena de Andrés Chiliquinga, quien trabaja en la hacienda de una de las personas más adineradas de la época, Don Alfonso Pereira. En el inicio de esta se narra la situación económica en la que se encontraba Pereira, quien después de hacer caso al consejo de su tío decidió viajar al oriente para iniciar la explotación maderera.
Inicialmente Don Alfonso se muestra como un patrón justo, sin embargo, después empieza a maltratar a sus trabajadores, se aprovecha de sus esposas, quienes eran violadas por él y por sus terratenientes, las horas de labores aumentaban considerablemente, en definitiva, la injusticia reinaba en aquel sitio.
Existía una explotación muy obvia, pero en lugar de realizar algo para hacer prevalecer la salud y el bienestar de los trabajadores y sus familias, aparece El Cura del pueblo, un hombre que se aprovechó de sus hábitos religiosos para ganar dinero, pues cobraba grandes cantidades para realizar los entierros, y con el fin de asegurarse que los indígenas se conviertan en sus clientes, es manifestaba que si sus familiares no eran enterrados correctamente irán al infierno.
Cada día transcurrido se convertía en una herida para el pueblo trabajador, quien fielmente realizaba sus trabajos dejando en segundo plano su seguridad y salud; para alimentarse tenían que llegar al extremo de desenterrar animales y convertirlos en su festín.
La desesperación aparece en el pueblo cuando Don Alfonso realiza un contrato con negociantes de Estados Unidos, quienes de un momento a otro llegan al pueblo para desalojar a los indígenas de sus viviendas; es allí cuando terminó la paciencia de los trabajadores, quienes decidieron luchar por lo que se les correspondía; pero el poder económico puedo más y de aquel lugar solo quedaron recuerdos que se perdieron en un río de sangre indígena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario