Jorge Icaza
(Quito, 1906 - 1978) Escritor y novelista
ecuatoriano, máximo representante junto con Alcides Arguedas y Ciro Alegría del ciclo de la
narrativa indigenista del siglo XX. Su infancia transcurrió en el latifundio de
su tío, donde entró en contacto con la realidad social ecuatoriana que marcó
toda su obra.
Después
de abandonar los estudios de medicina, hizo algunos cursos de declamación y se
convirtió en actor, lo cual le dio oportunidad de recorrer su país y descubrir
la situación infrahumana del indio. Contrajo matrimonio con la actriz Marina
Montoya, y se inició como autor dramático, pero sus obras no tuvieron éxito,
excepto tal vez Flagelo (1936).
La fama de Jorge Icaza se debe a su obra narrativa, que comenzó
con el libro de cuentos Barro de la Sierra (1933), en la que ya se
hace patente el tema que atravesó todos sus escritos: la situación del indio
ecuatoriano. En 1935 ganó el Premio Nacional de Literatura en su país con la
novela En las
calles (1935); en ella narra la situación del indio perdido en la
ciudad, lugar donde sus protestas se esfuman sin alcanzar nunca las altas
esferas del gobierno.
Posteriormente Icaza abrió una librería, negocio que alternó con
sus tareas de escritor. Fue lector entusiasta de los grandes novelistas rusos,
desde Gogol a Tolstoi y Dostoievski. En
1944 formó parte del grupo de fundadores de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y
luego fue enviado a Buenos Aires como agregado cultural; allí permaneció hasta
1953. Al regresar a su país, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de
Quito.
Icaza es una figura sobresaliente del indigenismo en la
narrativa ecuatoriana: en su primera novela, Huasipungo (1934), expone la degradada
situación en que se encuentran los indios, sometidos a esclavitud por los
patronos que cuentan con el apoyo de la autoridad civil y eclesiástica; este
libro, de valiente denuncia social y crudo realismo (constantes de la narrativa
de Icaza), se ha convertido en una obra fundamental en la evolución de la
corriente indigenista del Ecuador. Con él, la novela ecuatoriana entra de lleno
en la tendencia del compromiso social de la novelística actual.
Probablemente
la cúspide de su elaboración artística la consiguió Icaza en la obra Cholos, que
enfoca la transformación del cholo en burgués, ahondando en la psicología de los
personajes; éstos alcanzan en la novela independencia con respecto a la problemática
social que subyace de sus vidas, al mismo tiempo que en sus páginas se aprecia
una comprensión de la problemática andina.
Otras obras destacadas son Huairapamuscas (Los hijos del viento, 1947); Seis veces la muerte (1953),
colección de cuentos de rico contenido humano y de mayor originalidad en los
temas; El chulla
Romero y Flores (1958), descarnada presentación del conflicto de este
personaje ante la disyuntiva de pertenecer al mundo de los blancos o al mundo
de los indios, viéndose en definitiva rechazado por ambos; Viejos cuentos (1960)
y la trilogía Atrapados (1972).
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